Probando
Hablando sobre HEREAFTER
de Tara Hudson
Consta de: 404 páginas
Publicado por: Harper Teen
¿Saga?: Trilogía Hereafter
| Hereafter #1, Arise #2, Elegy #3 |
¿Puede existir el amor después de la muerte?
Viviendo a la deriva en las oscuras aguas de un misterioso rió, la única cosa que Amelia sabe con seguridad es que ella esta muerta. Sin ningún recuerdo de su vida pasada—o de su actual muerte—esta atrapada y sola en una existencia de pesadilla. Todo esto cambia cuando trata de rescatar a un chico, Joshua, de ahogarse en su rió. Como fantasma, ella no puede hacer otra cosa mas que "convencerlo" de vivir. Y en un momento inolvidable de conexión, ella le ayuda a sobrevivir. Amelia y Joshua se vuelven cada vez mas cercanos cuando comienzan a descubrir las extrañas circunstancias de la muerte de Amelia y los secretos del oscuro rió que la mantuvo cautiva por tanto tiempo. Pero incluso mientras intentan mantener su vinculo oculto al mundo de los vivos, un terrible espíritu llamado Eli hará todo lo que este en su poder para destruir su felicidad y arrastrar a Amelia al mundo de los fantasmas... para siempre.
Si bien ya había leído sobre amoríos imposibles entre ángeles caídos y humanos, nunca de fantasmas, y es que la sinopsis es prometedora y atrapante, pero no lo es el libro en sí.
Con inmensas alas que infundían temor ante los ojos de los hombres, demonios y potestades, destruyendo con sus miradas destruían ciudades y enfrentando enemigos, y es que eran los únicos cercanos al todopoderoso, aunque se les estaba prohibido verlo a los ojos, a menos que desearán quedar ciegos. Uriel era uno de ellos, aunque siglos después los humanos le quitaran cuatro alas y lo convirtieran en un simple arcángel, siempre sería uno de ellos. Nacido en el calor del creador, y confidente de sus palabras y susurros.
Después de los terribles eventos que los llevaron a la gran guerra y el destierro del hombre del jardín de vida, a Uriel se le pidió que tomará una decisión, y pese a su fidelidad, tuvo dudas de lo que iba a acontecer, pues las seis alas que cubrían su espalda pronto no lo estarían más.
Además, no era como el resto de los arcángeles que habían sido escogidos, ni podía igualar su agresividad en la guerra, Uriel era... un juez de paz; mediador en momentos necesarios, un confidente leal. Sin embargo se le había solicitado tomar parte del rito que iba a cambiar la historia misma del fin del mundo, porque él confiaba en su juicio, olvidando que Uriel tenia demasiadas preguntas que quedaban en el aire.
Aún así, cuando se le solicitó que se presentará ante el gran consejo, delante del que nadie de ellos podía ver, el calor que emanaba, limpio toda duda y acepto ser parte del sacrificio, y cuando la luz se transformo en dolor físico, una parte de su mente se pregunto: "¿Un día recordaré?". Cuando ya estaba lejos, una voz cálida le respondió: "Si".
Durante los siguientes siglos, y vidas, a su alma solo le resto esperar. Esperar el instante mismo que el cuerpo humano que habitaba finalmente... abriera los ojos. Nunca imaginó que ese día llegaría, cuando en su desesperación, ella se quito la suya.
Fin
( El Cuento de Alicia )
II. La habitación.-
Odiaba el color de la habitación. Era de un blanco brillante que aturdía sus ojos, y no había nada, excepto por la silla de metal en medio. Aturdida, escondió su cabeza entre sus piernas mientras respiraba agitadamente. Cerró los ojos tratando de alejar las visiones, cuando levantó la vista se encontró sentada en la silla.
Frunció el ceño mientras pasaba una mano por su frente, "Estoy soñando", se repitió una, y otra vez. Trataba en lo posible de mantener la cordura, o al menos lo que le quedaba de cordura en aquellos momentos. Cerró sus ojos otra vez.
—¿Te sientes bien? —escuchó una voz a su lado, semi burlona. Levantó la cabeza asustada mirándo en todas direcciones sin encontrar a nadie.
"Estoy soñando"
—No, no estas soñando —una risa burlona siguió a la voz. —Solo no estas despierta.
—¿¡Quién esta ahí!? —gritó atemorizada mientras se levantaba de la silla.
—No soy nadie y soy todo, Alice.
—¿Qué?
—Tienes que despertar.
—Ya estoy despierta —apretó su mano en un puño. En ese instante, una mano se depositó en su hombro, asustada todo su cuerpo se paralizó, intentó voltear su mirada pero no podía hacerlo.
—No, no estás despierta.
"¡Alice!"
Abrió sus ojos verdes de un solo golpe, para encontrarse con el olor familiar a antiséptico. Miró a su lado para encontrarse cara a cara con su desesperada tía. Se incorporó de la cama perpleja de sus extraños sueños. Aún tenía la sensación de que continuaba soñando.
—¡Alice!, ¿qué sucedió? —preguntó su tía mientras colocaba una mano sobre su hombro, ese acto trató una terrible sensación dentro de Alice. Miró a su tía atentamente, sin contestar. —Me dijeron que te desmayaste en el pasillo y que tenías una extraña cortadura en tu brazo —preocupada selañó el sitio de la herida.
—No fue nada —mintió. —Cuando bajaba las escaleras, tuve un mareo y me desmayé, creo que en el proceso terminé lastimando mi hombro.
—Alice, yo...
—¡Buenas! —entró un médico con una sonrisa —señora, podemos hablar —miró a la joven unos instantes —no te preocupes Alice, la herida no es grave, solo necesitas reposo y podrás regresar a casa.
—Gracias.
—Vuelvo en un momento —dijo su tía mientras se levantaba y salía de la habitación. Cuando estuvo sola, la chica tuvo un momento para descubrir donde se encontraba y porque estaba ahí.
—Es es el hospital —cerró sus ojos un instante —sea como fuera, siempre regreso a éste lugar...
—Entonces deberías dejar de hacerlo, ¿no crees? —una voz masculina la levantó de golpe, asustada miró en dirección a la puerta de entrada al muchacho de cabello oscuro y ojos verdes brillantes casi dorados que se encontraba ahí. Si aquel chico era el mismo que conoció en la mñana en el callejón —La maestra me dijo que trajera tu maleta de clases...
—¿Eh? —Alice miró el objeto, después de salir corriendo de la clase, había olvidado todo en su lugar. —Gracias, no tenías porque hacerlo...
—No, no tenía —sonrió burlonamente —pero lo hice —se acercó a la cama de la muchacha y dejó la mochila, sentándose junto a ella y mirándola con atención, Alice por un instante se sintió cohibida de la presencia tan cercana de chico a ella, sus ojos verdes eran demasiado llamátivos. Un leve rubor subió a sus mejillas.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó nerviosa mientras evitaba hacer contacto visual, entonces el muchacho cambio su mirada sería y sonrió.
—Págame.
—¿Qué?.
—Te traje la maleta, ahora págame —respondió sonriendo, más y más que Alice pensó que era imposible mientras levantaba la mano. Frunció el ceño molesta y desvió la mirada a otro sitio.
—No tengo porque pagarte nada, la maestra fue la que te pidió que trajeras mis cosas, así que no tengo que darte nada.
—¿Ni siquiera un beso?
—¿¡Qué!? —las mejillas de Alice comenzaban a quemar, entonces sin previo aviso, el muchacho comenzó a descender su cabeza lentamente, los ojos de la chica se dirigieron a los labios atractivos del muchacho antes de cerrar los ojos. Entonces sintió un golpecito en su frente.
—JAJAJAJAJA —el muchacho comenzó a reirse y Alice levantó la mano, molesta, intentando golpearlo, pero el chico la detuvo sujetando su muñeca mientras su mirada volvía a ser seria como hace unos segundos —Me llamo Klaus.
—No me interesa el nombre de una persona como tú —forcejeó un poco y soltó su muñeca —¡eres un atrevido!.
—Pero admité que querías que te besará. —una sonrisa encantadora volvió a adornar aquel rostro atractivo y Alice soltó un bufido avergonzado. No podía creer que aquel chico fuera tan... "arrogante". Si tan solo en la mañana la había tratado como una enfermedad y práctiamente ignorado por completo.
—Eso no es cierto —dijo la joven molesta. —No te creas tanto —frunció el ceño.
—Mhmm... —el muchacho la observó unos segundos más, era extraño la facilidad con la que cambiaba de humor de un momento a otro. —Bueno, lo único que tenía... era traer tus cuadernos.
—Gracias —murmuró Alice mientras lo observaba unos segundos, no podía negar que era un muchacho "guapo" de cabello oscuro y ojos verdes de un tono dorado, casi, felinos. Un leve rubor volvió a cubrir las mejillas.
"¡Tonta!" se grito a si misma mientras cerraba los ojos, al abrirlos encontró que su extraño acompañante la miraba con una sonrisa pícara, algo burlona. —¿Qué es lo que estás mirando?.
—Supongo que acabas de tener una fantasía pecaminosas conmigo, ¿no? —el rostro completo de Alice se volvió de un rojo intenso como un tomate.
—¿¡Qué!? —frunció el ceño, tomando una almohada detrás de ella la lanzo al joven. —¡Vete!.
—¡Nos vemos!.. A-l-i-c-e —se despidió el joven con cierta tinte de irónía en su voz mientras esquivaba la almohada. Cuando se quedó sola de nuevo en la habitación Alice dio un rapido respiro con toda la ira y frustración contenidas. Solo bastaron unos segundos y una sola persona, que apenas conocía había hecho que perdiera su paciencia, completamente.
—Alice...
—¿¡Qué!? —gritó molesta, pero bajo la cara humillada al darse cuenta de que su tía se encontraba en la entrada de la puerta. —Lo siento... yo...
—Esta bien, querida, vamos... te ayudaré a cambiarte, tenemos que llegar a casa y discutir algo.
♚
—¡No me parece justo, no estoy loca! —Alice se quejó molesta mientras apretaba sus manos contra la falda del uniforme que llevaba puesta, mientras continuaba hablando a la muchacha en la sala principal de la casa donde ambas vivían.
—Alice, el doctor dijo que estas teniendo demasiado alucionaciones... que necesitas estar en constante observación y con un cuidado que no puedo ofrecerte.
—De alguna forma lo único que quieres es deshacerte de mi... —la mujer de ojos castaños se sentó junto a la muchacha.
—Alice, miráme —tomó su mentón para hacer que la chica la mirará atentamente. —Sé que no te agrada la idea de entrar en un instituto psiquiátrico, pero necesitas ayuda... y no puedo hacerlo sola.
—¡No estoy loca! —se quejó —Solo tuve un pequeño accidente... no signifi...
—Alice, el conserje que te encontró, dijo que estabas hablando de un "conejo blanco". ¿Tienes la menor idea de que eso significa?.
—¿Qué no dormí bien la noche anterior?.
—Nunca duermes las noches y la noche anterior, y ha sido así desde que despertaste... Alice, querida, estoy preocupada.
—¿Por qué entonces no puede tratarme un psicológo aquí en casa?.
—Porque estás teniendo alucionaciones y es algo que un simple psicólogo no podría manejar.
—¡No! —se levantó molesta de su asiento y salió corriendo hacia su habitación, cerrándola con fuerza. En su ira lanzo todos los objetos que tenía acomodados en un pequeño velador junto a su cama, los cristales del marco de la foto de sus padres, salieron volando para inscrustrarse en su mano. —¡Ay!.
Cayó al suelo, arrodillada, mientras observaba la herida en su mano que comenzaba a sangrar, miró en dirección a la puerta por si su tía entraba pero al ver que no sucedía, se tranquilizó. No necesitaba que la llevarán al hospital.
Intentó quitar el cristal incrustado en su mano, pero al hacerlo, un dolor filoso y desgarrador la quebró. Mordió su labio inferior evitando gritar. Lentamente se levántó y fue al baño, cerrando la puerta blanca detrás de ella, colocando la mano sobre el lavamanos y abriendo la llave para dejar que el agua corriera.
Nuevamente, está vez poniendo un pedazo de papel higiénico grueso en su boca, intentó retirar el cristal de la herida. El dolor era intenso, cerró sus ojos unos segundos.
"No cierres los ojos"
Los abrió sorprendida para encontrarse a sí misma en la misma silla que había estado en sus sueños, mirándo a una gran pared blanca. Estrechó la mirada mientras dos manos se colocaban en sus hombros.
—Todo estará bien, querida mía...
—¡No! —gritó cuando las manos se transformaron en cuchillas. Un sonoró golpe hizo que abriera los ojos una vez más para encontrarse en el baño, mientras el fragmento de cristal ensangrentado se encontraba en el lavamanos y su mano sangraba descontroladamente. Con rápidez, tomó una toalla y la colocó sobre su mano esperando que dejará de sangrar.
Pero al parecer eso no estaba sucediendo. En ese instante la puerta blanca se abrió y vio los ojos aterrorizados de su tía mientras se acercaba a ella y la tomaba del brazo, llevándola fuera de la casa, tendría que ir al hospital nuevamente.
♚
Parecía que su destino era, sin duda estar en aquella habitación de hospital. Frunció el ceño extremadamente molesta mientras miraba en dirección donde se encontraban conversando su tía con el doctor. Lo más seguro es que se quedarí aquella noche en el hospital. Aburrida y frustrada por las malas acciones que al parecer siempre la llevaban al mismo lugar, Alice, prendió el televisor justo en una noticia bastante.... extraña.
"No sé sabe los detalles de la ejecución, pero con esta joven encontrada son alrededor de 5 víctimas en solo tres semanas, la polícia está buscando la posibilidad de un asesino en serie en la ciudad, hasta el momento no se sabe nada excepto la forma particular de ejecutar a sus víctimas... desgarrando el pecho..."
Y la televisión se apagó, a su lado su tía se encontraba molesta mirándola seriamente, mientras cruzaba sus brazos.
—Estaba un poco aburrida.
—Alice, ¿qué sucedió? —preguntó casí temerosa de saberlo.
—No intenté suicidarme... si es lo que quieres saber.
—El doctor cree que es preferible que te quedes esta noche aquí... para observaciones.
—¡Pero Tía...! —sus palabras fueron acalladas inmediatamente.
—Talvez, no tenga la edad correcta para ser tu madre, pero soy quién cuida de tí ahora, así que está noche te quedarás aquí. Y no hay peros que valgan.
La mirada de la mujer era extremadamente seria, Alice lanzó un bufido molesta. Realmente odiaba el hospital había estado dormida por mucho tiempo, para terminar... en aquellas condiciones. Sin embargo aceptó lo que su tía trataba de decirle. Pasaron unos minutos en silencio, mientras la muchacha solo miraba hacia la ventana. Irónicamente, aquella habitación era similar a la que había soñado un día antes.
—Puedes cerrar la ventana, por favor.
—Claro, querida... —fue lo último que se pronunciaron, después de que su tía hiciera lo que ella le pidió se despidió de ella con un beso y salió de la habitación mientras Alice, se cobijaba con las sábanas blancas, esperaba que la noche, no estuviera colmada de pesadillas.
Cuán equivocada estaba.
♚♚♚
Notas de autor: lamento mi demora en éste capítulo, me tomó más tiempo del que esperaba por una serie de contratiempos personales, además de un bloqueo creativo, espero les agrade está nueva entrega, trataré de escribir más pronto el siguiente cápitulo. ¡Muchas gracias por leer y sus comentarios!. ¡No olviden comentar el nuevo capítulo!
( El Cuento de Alicia )
I. La Ventana.-
Al abrir los ojos, tenía el presentimiento de que alguien se encontraba en la habitación. Mirando en todas direcciones dentro del pequeño espacio frío que constituía el cuarto de hospital; intentó calmar el latido acelerado de su corazón con un vibrante malestar. Aún no estaba del todo recuperada y los médicos hablaban continuamente de su "extraño" caso, sin embargo Alice Liddel, era una chica común corriente que trataba de vivir una realidad ausente en su existencia por cinco años de sus "dichosos" diecisiete.
Frunció el ceño al notar que una brisa helada acariciaba su rostro, mirando a su izquierda encontró la gran ventana de la habitación abierta; no recordaba exactamente en que minuto abrió la ventana o si estaba abierta cuando había ido a dormir, horas antes, estrechó un poco más la frente, no recordaba ni si quiera haberse levantado de la cama para abrir la ventana en algún momento o que estuviera abierta cuando abrió los ojos. Con cuidado, se incorporó de la cama para levantarse.
El piso estaba frío, y produjo un escalofrío no familiar desde la punta de los dedos de sus pies hasta el inicio de su nuca, pasando por sus rodillas y su estómago, provocando un pequeño malestar en su delicado estómago. Con lentitud ausente, como si no estuviera segura de lo que lo hacía, se acercó hasta su meta y cerró la ventana, inmediatamente de ello, cerró las persianas para evitar que la luz de los faroles externos de la calle llegarán a su rostro. La luz nocturna provocaba que le diera dolores de cabeza.
Perturbada, y con el mismo paso lento, regresó a su cama para recostar se, tenía una pesadez en sus ojos, quería volver a dormir. Entonces, al instante de levantar las cobijas de la cama notó nuevamente la suave brisa nocturna contra la base de su nuca, moviendo pequeños mechones de su cabello oscuro.
La muchacha de ojos verdes, con un leve tinte dorado, volteó a mirar a la ventana, casi aturdida por el súbito cambio en las situaciones; sorprendida, observó con cierto temor la ventana que creía segundos antes haber cerrado, estaba una vez más, abierta.
Nuevamente, moviendo su débil cuerpo hacia el sitio, se dirigió a cerrarla una vez más. Una vez hecho eso, intentó cerrar una vez más las persianas de color marfil; pero si mirada esmeralda vio la sombra de una figura que la miraba desde los jardines exteriores del hospital. Aturdida y ciertamente aterrada por la presencia en la distancia, cerró de un solo golpe las persianas para correr hacia su cama y taparse con las cobijas cálidas.
En la oscuridad de su manta, trató de conciliar el sueño, pero díficilmente parecía encontrarlo. Entonces, nuevamente, una ventisca externa movió las sábanas contra su cuerpo; sorprendida, casi en shock, abrió los ojos para permanecer en silencio durante unos segundos bajo las cálidas mantas, escuchando así, el suave silbar del viento nocturno en la noche y el movimiento lejano de los árboles, así como un pequeño golpeteo de las persianas al chocar unas con otras por la fuerza de la ventisca externa.
Lentamente, levantó las cobijas sobre su cabeza para observar la luz filtrarse por la ventana, mientras el viento invisible penetraba en su habitación, moviendo varios mechones de su largo cabello oscuro. En ese momento, se sintió paralizada, pues había una sombra desconocida que la observaba a un lado de su cama, podía escuchar en medio de los sílbidos del viento, la respiración agitada a su lado; con las manos sudando y el corazón palpitando a una velocidad des controlada, se armó de valor para mirar en dirección a la "sombra".
Sus ojos se abrieron de par en par ante el sonido de un "pip-pip" chillante y pertubardor, mientras levantaba las sábanas de satín que se encontraban sobre su cabeza. Aliviada escuchó el sonido de los pájaros cantar en la distancia, mientras algo dormida observaba la luz del sol filtrarse por su ventana.
—Era un sueño —se dijo a si misma mientras pasaba una mano sobre su rostro, apretando sus ojos y mejillas para despertarse. —Era un simple sueño —ciertamente no estaba segura de que así lo fuera, ya que por unos instantes, estaba de lo más segura de que no estaba soñando, incluso algunas veces desde su llegada del hospital. Alice no estaba segura si la realidad era cuando estaba despierta o si lo que soñaba era la realidad.
—¡Alice, el desayuno está listo! —miró la puerta blanca de su "nueva" habitación, mientras lentamente un delicioso aroma a huevos revueltos, leche fresca y jugo de naranja llegó hasta su olfato, activando el hambre. Con paso lento, casi dudoso, se lévantó de la cama y tomo una bata para bajar a desayunar.
En la cocina encontró la sonrisa amable de su tía, quién ahora la tenía bajo su tutela desde la muerte de sus padres; osea desde que había estado en coma. Con una media sonrisa se sentó a la mesa mientras observaba como la joven mujer de cabellos castaños terminaba por colocar la comida en los platos para después con una sonrisa abierta y brillante entregarselos a la muchacha.
—Sé que no cocino como tu madre... —susurró suavemente al sentarse en la mesa —Creo que mi hermana tenía un sazón único en la comida —sonrió meláncolicamente —Pero, prometo que intentaré mejorar.
—No te preocupes —respondió Alice sonriendo, fingía sonreir, pero era por el bien de su tía. —Mamá estaría orgullosa de las cosas que haces por mi... lamento ser una molestia en esta casa.
—¡Claro que no Alice! —la mujer tomó las manos de la adolescente —No digas eso, estoy contenga que estes sana a salvo, es lo que Helen hubiera querido... además contigo en la casa las cosas no parecen ser tan solitarias —dio un largo respiro —Ahora acaba tu desayuno, sino, llegarás tarde a tu primer día de clases.
—Si —Alice miró su plato de comida y comenzó a desayunar lentamente, era cierto era su primer día de clases tenía que estar lista, además tendría que usar uniforme, nunca antes lo había hecho, pero no estaba molesta con la idea. Su tía vivía en un pequeño pueblo a las afueras de la gran ciudad y uno de los colegios disponibles era una Academia privada, era algo costosa, pero al parecer su tía consideraba una buena idea que Alice estudiara ahí.
La muchacha no estaba molesta, de todos modos no podía volver a su escuela, había perdido cinco años de su vida, que durante aquellas semanas desde que había despertaba eran tratadas con terápia y una gran cantidad de clases particulares con "Miss Whitechapel", la mujere podía ser algo neurótica pero era agradable.
No tardo mucho en terminar su desayuno, agradeciendo corrió su habitación para tomar un baño y terminar de arreglarse. Al abrir la puerta se llevó un gran susto al observar la ventana abierta de su habitación. Frunciendo el ceño, casi molesta de esa serie de situaciones sin sentido, se acercó a la misma y la cerró de un solo golpe.
—No está vez, estoy despierta —dijo molesta mientras se desnudaba para entrar en su baño privado y tomar una ducha. Pasó unos cuantos minutos ahí, al salir secando su cabello oscuro con una tolla se sorprendió al ver la ventana abierta, otra vez.
—¡Tía! —gritó llamando a su tia, quién al instante entró en la habitación asustada como si hubiera visto un fantasma.
—¿¡Qué sucede!? —preguntó mientras recuperaba el aire en sus pulmones —Alice ¿Por qué estas desnuda? —Alice se sonrojo un poco.
—No es nada, es solo que... ¿tú abriste la ventana? —la mujer sonrió un poco.
—Si en la mañana, antes de que despertarás... ¿sucede algo malo?.
—No, no es nada... —susurró mientras cerraba la ventana una vez más —Creí haberla cerrado antes de entrar en la ducha.
—Es normal Alice, recuerda lo que el médico dijo, tu percepción de la realidad está un poco alterada y algunas cosas que crees hacer no las haz hecho en realidad... —la mujer sonrió un poco —No olvides que tienes cita con la clínica psicológica alrededor de las cuatro de la tarde, debes continuar con la tera...
—Lo sé, Tía, no tienes porque repetirmelo cada dos horas al día- sonrió a modo de broma —Ahora, si me permites, quisiera cambiarme.
—¡Oh!, lo siento mucho —su tía salió cerrando la puerta con un sonoró golpe. Alice permaneció en su lugar unos segundos más, antes de comenzar a cambiarse, solo que durante todos aquellos segundos, tenía la leve sensación de que alguien la estaba observando.
♚
Tardó aproximadamente media hora en terminar de arreglarse, una vez que se despidió de su tía a mitad del camino, se dirigió por medio unos callejones hacia el nuevo colegio. Su uniforme era de color café y caoba, falda a cuadros, medias blancas, zapatos castaños de cuero, una chaqueta color castaño oscuro y una boina francesa. Le parecía "interesante", claro que era la primera vez que usaba un uniforme.
Mientras caminaba por el solitario lugar, volvió a sentir que alguién la observaba y un poco aterrada caminó con mayor velocidad, hubo un instante que se sintió confundida al entrar en un callejón sin salida, mientras escuchaba la serie de pasos acompasados que venían tras ella. Armándose de todo el valor que podía poseer, dió media vuelta, esperando encarar así a su perseguidor.
—¡Qué crees....! —sin embargo se golpeó de lleno contra algo duro, provocando que cayera al suelo, al abrir los ojos y mirar frente a ella, solo halló la mirada seria de un muchacho de ojos verdosos, casi felinos que la impresionaron.
—Ten más cuidado la próxima vez —susurró el joven levantando una maleta a un lado, Alice notó que el chico llevaba un uniforme al igual que ella además del sello del colegio en su caso.
—¿Eres estudiante de la academia? —preguntó avergonzada mientras se levantaba con cuidado. —Lo que sucede es que estoy perdida...
—Usualmente le pasa a los nuevos —respondió sin mucho animo el chico. —Si quieres seguirme, ven conmigo —después continuó su paso. Alice permaneció unos segundos meditando la extraña actitud de un chico, bueno había perdido cinco años de su vida, pero recordaba que usualmente los muchachos eran más "extrovertidos" que las chicas. Cruzándose de brazos tomó su maleta tirada en el suelo y corrió detrás del muchacho.
El resto del camino ambos permanecieron en silencio, casi sin decir alguna palabra, después de todo Alice vagamente conocía al chico y no está por más decir que le parecía bastante "distante". Frunció el ceño, sabía que alguién la había estado siguiendo, pero una vez más podía tratarse de solo su imaginación ya que por lo regular, el médico había dicho que podría tener ciertos "delirios" y "alucinaciones" con la realidad.
Pronto llegaron a la puerta de entrada del colegio y el muchacho le indicó donde podía encontrar la entrada a los de la nueva clase. Muy serio, se dió la vuelta y desapareció por una escalera. Frustrada un poco por las direcciones sin sentido que había recibido del chico, Alice no tuvo mucho tiempo para pensar que haría o a dónde iría, el timbre sonó casi inmediatamente por lo que valiéndose de su instinto, intentó buscar su siguiente clase.
Para su buena suerte, encontró la clase que le tocaba a tan solo unos metros de donde la había dejado el extraño. Con media sonrisa se disponía a entrar cuando se chocó con otra figura frente a ella. Acariciando su nariz golpeada empezó a pensar que tenía algo raro aquel día que solo se golpeaba con las personas. Abriendo los ojos vió a un chico de cabello castaño rubio y ojos cafes casi rojizos con una sonrisa amable.
—¿Eres la nueva estudiante? —preguntó mientras levantaba su mano en saludo —Mi nombre es Alexander, ayudo a presentar a los nuevos estudiantes en el colegio —sonrió, Alice se sonrojó un instante por la amabilidad del muchacho. —Las clases estan comenzando, el profesor te espera, así que solo dame unos minutos para poder presentarte adecuadamente, ¿vale? —Alice movió su cabeza afirmativamente.
Unos minutos después, el muchacho salió con una gran sonrisa y le hizo una ceña para que se presentará. Alice pasó al frente de todos los estudiantes que la miraban intrigados y dio una leve presentación, omitiendo claro, ciertos aspectos de su "vida", además de sus contínuas alucionaciones. Con una mano en señal de despedida, Sebastian salió de la clase, mientras unas muchachas suspiraban de decepción. El profesor le indicó a Alice un asiento en la parte trasera, caminó lentamente hacia ella, y fue entonces que abrió los ojos en sorpresa, al observar al muchacho que había conocido en la mañana.
En silencio tomó su asiento junto al del chico y prestó atención a la clase. Sin embargo sentía que los ojos le pesaban. Pronto, al mirar el lugar se encontró en un extraño campo de trigo, mientras en la distancia había una gran cerca. ¿Se había quedado dormida y estaba soñando?.
—¡Alice! —escuchó una voz que la llamaba. —¡Alice, acercáte a la cerca! —gritó en la distancia, con una voz sumamente suave, pero que llevaba un tinte entre bromista y lujurioso. —¡No tenemos mucho tiempo! —la voz la llamaba, así que la muchacha hizó lo que se suponía. Corrió hacia la cerca de metal que se encontraba al finalizar el campo de trigo y puso sus manos en ella.
—¿Dónde estás? —preguntó confundida tratando de ver que había al otro lado.
—Debes tener mucho cuidado, te esta siguiendo.
—¿Qué? —preguntó a la nada, asustada —¿Quién me está siguiendo?.
—No tengo mucho tiempo, Alice, Alice... —escuchó una sonrisa leve detrás de aquella atractiva voz —"Sigue al conejo blanco, Alice, no lo pierdas de vista".
—¿¡Dónde está el conejo blanco!? —gritó levantandose de su asiento, todos los estudiantes la miraban sumamente sorprendidos para después soltar carcajadas, el profesor al frente la veía sumamente molesto. Mientras Alice comenzaba a ponerse roja de la pena.
—Lo, lo.. lo lamento mucho... yo... —avergonzada, Alice salió corriendo hacia la puerta. Mientras sentía una ira incontrolable, sabía que su mente estaba confusa, pero hacerla soñar despierta era algo nuevo. Corriendo bajo los pasillos de la escuela, hasta quedarse sola en uno de ellos.
Quería llorar, pero sabía que sería una cobarde al hacerlo, se sentía humillada y perdida. Cerró sus ojos mientras pasaba una mano por su cabello oscuro.
—"No llores Alice, no me gusta cuando lloras".
"¿Pero qué sucedé aquí?" pensó confundida, miró a su alrededor y vió que el lugar estaba sumamente oscuro, más oscuro de lo que debía estar. Además en un extraño giro de eventos, no estaba segura por donde había venido. Confundida dio una vuelta por aquel pasillo oscuro, esperando encontrar las escaleras.
Sin embargo un escalofrió la recorrió al sentir unos pasos lentos, detrás de ella, mirándo a su alrededor vio como una sombra lenta se acercaba donde se encontraba. Intentó preguntar de quién se trataba, pero sus preguntas se ahogaron en su garganta al ver un objeto afilado brilla en la mano de la sombra oscura. Aterrorizada Alice comenzó a correr por los pasillos, mientras su respiración se entrecortaba.
Hubo un instante que el extraño la alcanzó, lanzando el afiliado objeto de sus manos contra su brazo. Alice gritó, esperando que alguien la escuchará en medio de tanta oscuridad que no sabía ni de donde había salido. Con su brazo herido, golpeó a la misteriosa figura y continuó corriendo por salvar su vida. Cerró los ojos.
Quería escapar, quería dejar de soñar, pero algunas veces la realidad parecía ser tan confusa y más perturbada que sus viejos sueños de niña. En la oscuridad del pasillo vió una luz en una esquina y la figura borrosa de un niño pequeño con unos impresionantes ojos rojizos.
"Sigue al conejo blanco"
—¡Espera! —gritó corriendo detrás de la figura del infante que desapareció por medio de otro pasillo, espantada regresó a mirar detrás de ella para encontrar que no había nada y pronto para su sorpresa, el color del pasillo se iluminó con unas luces.
—¿Señorita se encuentra bien? —preguntó un hombre tocando su hombro, Alice se sobresaltó ante el toque de aquel hombre mientras su mente comenzaba a dar giros y giros. Lo último que vio antes de desvanecerse fue al conserje gritarle algo referente a la herida que sangraba en su brazo.
~ Fin Capítulo I: La ventana.
Continúa { Capítulo II }
Titulo: La Reina
Tipo: Microcuento | Drabble
Autor: Vejibra Momiji
Fandom: Original | Maria Antonieta
{ LA REINA }
Mantenía cabizbaja la mirada, mientras cortaban su cabello cenizo. Los abucheos en la distancia, perturbaban y destrozaban, su orgullo de realeza, en un reino perdido. Levantando sus ojos azules hacia el cielo tras las celdas, vio las aves que volaban libres.
En un suspiro, las lágrimas mancharon sus mejillas, y extendió la mano hacia el brillante sol en la distancia. Pronto sería libre como ellos, porque la muerte sería su consuelo.
FIN
"Alice's ♚ Tale"
( El Cuento de Alicia )
Preludio.-
¿Cuántas veces has soñando sin fin?. ¿Cuántas veces al despertar has descubierto que sigues soñando?. ¿Cuántas veces ya no sabes distinguir, entre la realidad y la fantasía?.
Yo, nunca, dejo, de soñar.
—¿Vendrás con nosotros Alice?. —¿A dónde...?. —¿A la fiesta de "té"?. —No quiero estar con personas locas. —Todos estamos locos Alice... —Quiero despertar. —Ya lo has hecho.
Cuando abrió los ojos, encontró el sonido de un "beep" constante a su alrededor, un techo de color blanco, adornado de tenues matices de crema, un olor a antiséptico, y una oscuridad azulosa. No podía hablar, no recordaba como hacerlo, extrañamente entre más trataba de enfocar sus dudosos sentidos, menos recordaba quién era y dónde se supone que debía estar.
Por unos segundos su mente, se interrogó si este no era uno más de sus sueños, que tantas veces había acorralado su confundida mente. Pero sonido del "beep" continuaba, así que por unos segundos pensó que tal vez, no era un sueño. Intentó levantar su mano para alcanzar su rostro, pero encontró una mascara en su lugar.
"¿Por qué?" Se preguntó a si misma; inexplicablemente un hilo de sonidos, voces y recuerdos asaltaron su cabeza; el sonido chirreante de un automóvil patinando en el hielo, el sonido de los gritos de su madre, la desesperación en la voz de su padre, y sobre todo el dolor... punzante en su pecho, cerca de su corazón.
Entonces recordó de que trataba, y deseo por segundos, que no fuera más que una horrible pesadilla, como los sueños sin fin que la habían atormentando durante aquellos... ¿meses, días?. No tenía la menor idea de que cuando tiempo había pasado ni donde se encontraba, pero necesitaba en ese momento saber... saber si ellos estaban con vida.
—A... yu... da... —intentó susurrar, pero inclusive hablar le dolía en la garganta, ¿cuánto tiempo había pasado desde la última ocasión que habló?, intentó volver a susurrar la palabra, necesitaba que alguien viniera. —A..yu..da —ahora sentía la garganta menos dolorida —Ayu... da —pronunció con más fuerza.
El sonido estridente del hierro golpeando el piso de porcelana, atrajo su atención, como pudo movió su cabeza, para observar entre las sombras borrosas de su visión sin color a una mujer, posiblemente una enfermera, mirándola aterrada, después llamó a urgencias y se acercó a ella, tomando su cabeza con cuidado entre sus manos.
—Señorita, Alice —susurró queda, casi seria, ¿su nombre era Alice? —No haga esfuerzos, el médico vendrá enseguida.
—¿Dónde están? —preguntó, casi temía la respuesta, porque sabía que está era la realidad —¿Dónde están mis padres?.
—No es el momento —podía intuir que deseaba mentirle.
—¿Están muertos...?.
—Si —la voz de la enfermera parecía ser compasiva, dolorida, mientras en su mente Alice trataba de comprender aquellas palabras, pero las voces y los recuerdos eran demasiado desagradables.
—¿Cuánto tiempo? —quería llorar, pero algo extraño le sucedía, no podía.. soltar ni una sola lágrima. —¿Cuánto tiempo he estado así? —aquella enfermera la miró extrañada, si para una persona que acaba de despertar, era extraño que estuviera tan consciente de lo cosas que no debía estarlo.
—Cinco años —titubeó sus palabras, sabía que un paciente que había despertado de un coma, debía ser tratado con mesura, pero la chica la extrañaba, no actuaba como un paciente recién despierto.
"Cinco años", en ese momento, a Alice, le parecía que su voz no tenia sentido, solo era como una clase de sonido difuso en la radio. Una voz empezó a quebrarse en su mente, "No llorés Alice, estamos contigo"; sin embargo no podía verlos en ningún lado. Empezó a sentir que el aire se convulsionada en sus púlmones. Quería gritar, quería vivir, quería volver a soñar.
"¡No te duermas Alice!" "¡No te duermas!" El sonido del "beep" a su lado empezó a perturbarse, tenía una extraña sensacíón de pesadez en sus ojos, desesperada levantó su mano y se aferró a la camisa blanca de la enfermera. Podía sentir como la sangre le bombeaba los púlmones. Deseaba dormir, quería dormir, pero a la vez estaba desesperada por permanecer despierta. El "beep" empezó a colapsar con sonidos más largos y acelerados, mientras Alicia solo miraba a la enfermera.
—Quiero dormir.
En ese momento, vio la mancha una mancha blanca que comenzaba a abrir su camisa, o lo que ella pensó era su camisa de hospital, aplastando su pecho con algo frío, duro y metálico; pronto sintió como una electrizante corriente recorría su interior.
"¡No te duermas!" "¡Despierta!" Abrió sus ojos en ese instante, exalando una gran cantidad de aire en sus púlmones; el sonido del "beep" comenzó a regularse, vió la figura de un hombre atractivo mirándola directamente a los ojos, no podía escuchar sus palabras, pero pudo entender claramente las palabras al leer sus labios delgados.
Por unos segundos su mente, se interrogó si este no era uno más de sus sueños, que tantas veces había acorralado su confundida mente. Pero sonido del "beep" continuaba, así que por unos segundos pensó que tal vez, no era un sueño. Intentó levantar su mano para alcanzar su rostro, pero encontró una mascara en su lugar.
"¿Por qué?" Se preguntó a si misma; inexplicablemente un hilo de sonidos, voces y recuerdos asaltaron su cabeza; el sonido chirreante de un automóvil patinando en el hielo, el sonido de los gritos de su madre, la desesperación en la voz de su padre, y sobre todo el dolor... punzante en su pecho, cerca de su corazón.
Entonces recordó de que trataba, y deseo por segundos, que no fuera más que una horrible pesadilla, como los sueños sin fin que la habían atormentando durante aquellos... ¿meses, días?. No tenía la menor idea de que cuando tiempo había pasado ni donde se encontraba, pero necesitaba en ese momento saber... saber si ellos estaban con vida.
—A... yu... da... —intentó susurrar, pero inclusive hablar le dolía en la garganta, ¿cuánto tiempo había pasado desde la última ocasión que habló?, intentó volver a susurrar la palabra, necesitaba que alguien viniera. —A..yu..da —ahora sentía la garganta menos dolorida —Ayu... da —pronunció con más fuerza.
El sonido estridente del hierro golpeando el piso de porcelana, atrajo su atención, como pudo movió su cabeza, para observar entre las sombras borrosas de su visión sin color a una mujer, posiblemente una enfermera, mirándola aterrada, después llamó a urgencias y se acercó a ella, tomando su cabeza con cuidado entre sus manos.
—Señorita, Alice —susurró queda, casi seria, ¿su nombre era Alice? —No haga esfuerzos, el médico vendrá enseguida.
—¿Dónde están? —preguntó, casi temía la respuesta, porque sabía que está era la realidad —¿Dónde están mis padres?.
—No es el momento —podía intuir que deseaba mentirle.
—¿Están muertos...?.
—Si —la voz de la enfermera parecía ser compasiva, dolorida, mientras en su mente Alice trataba de comprender aquellas palabras, pero las voces y los recuerdos eran demasiado desagradables.
—¿Cuánto tiempo? —quería llorar, pero algo extraño le sucedía, no podía.. soltar ni una sola lágrima. —¿Cuánto tiempo he estado así? —aquella enfermera la miró extrañada, si para una persona que acaba de despertar, era extraño que estuviera tan consciente de lo cosas que no debía estarlo.
—Cinco años —titubeó sus palabras, sabía que un paciente que había despertado de un coma, debía ser tratado con mesura, pero la chica la extrañaba, no actuaba como un paciente recién despierto.
"Cinco años", en ese momento, a Alice, le parecía que su voz no tenia sentido, solo era como una clase de sonido difuso en la radio. Una voz empezó a quebrarse en su mente, "No llorés Alice, estamos contigo"; sin embargo no podía verlos en ningún lado. Empezó a sentir que el aire se convulsionada en sus púlmones. Quería gritar, quería vivir, quería volver a soñar.
"¡No te duermas Alice!" "¡No te duermas!" El sonido del "beep" a su lado empezó a perturbarse, tenía una extraña sensacíón de pesadez en sus ojos, desesperada levantó su mano y se aferró a la camisa blanca de la enfermera. Podía sentir como la sangre le bombeaba los púlmones. Deseaba dormir, quería dormir, pero a la vez estaba desesperada por permanecer despierta. El "beep" empezó a colapsar con sonidos más largos y acelerados, mientras Alicia solo miraba a la enfermera.
—Quiero dormir.
En ese momento, vio la mancha una mancha blanca que comenzaba a abrir su camisa, o lo que ella pensó era su camisa de hospital, aplastando su pecho con algo frío, duro y metálico; pronto sintió como una electrizante corriente recorría su interior.
"¡No te duermas!" "¡Despierta!" Abrió sus ojos en ese instante, exalando una gran cantidad de aire en sus púlmones; el sonido del "beep" comenzó a regularse, vió la figura de un hombre atractivo mirándola directamente a los ojos, no podía escuchar sus palabras, pero pudo entender claramente las palabras al leer sus labios delgados.
( El Cuento de Alicia )
"—No recuerdo con exactitud cuál es mi nombre.
—Te llamas Alice, como la niña del cuento.
—Solo que esa Alice, no soy yo"
III. El Sombrerero.-
Despertó a media noche sudando, las sábanas se le pegaban a la piel, y el olor a humedad pronto lleno sus sentidos aturdidos. Horas antes la habían drogado, con la esperanza de que finalmente pudiera dormir un poco, sin embargo al parecer la droga no había tenido el efecto que los médicos esperaban, porque estaba despierta, otra vez.
Con lentitud Alice, movió su cabeza hacia la ventana de la habitación, las cortinas de se encontraban quietas y podía ver que estaba echada cerrojo, aún así, continuaba sintiendo la horrible sensación de que alguien la observaba con atención, como si fuera un cazador, un animal acechando a su indefensa víctima.
Ante el desbordante silencio que daba la habitación, la jovencita tomó la decisión de levantar su mano temblorosa, sin dejar de observar las sombras con sus penetrantes ojos verdes, ciertamente no quería llamar mucho la atención pero tampoco quería quedarse a oscuras.
No lo admitía, pero desde el accidente, le temía a la oscuridad.
También a las ventanas abiertas, pero eso era otra historia. Con cuidado, buscó en el aparador cerca a su cama, si había alguna lamparilla, para encontrarla completamente vacía. Inquieta por el silencio, Alice movió con más agilidad su cuerpo, buscando y tanteando en toda la superficie de la madera, si había alguna lámpara, fue entonces que en su desesperación.
Escuchó una risa macabra.
Se detuvo. Tratando de reconciliarse con el silencio, porque estaba segura de que la sonrisa no era producto de su imaginación. Sin embargo nada sucedió durante los próximos segundos y de alguna forma eso tranquilizó a la muchacha.
Más calmada, decidió que iba a levantarse, y prender la luz en su habitación. Estaba segura que del todo no sería la primera ni la única vez que tuviera que hacerlo, pero prefería una intensa luz que llamará la atención de las enfermeras, a quedarse en aquel lugar en la oscuridad y en silencio.
Lentamente se levantó de la cama, moviendo a un lado las sábanas que la cubrían, aquella escena, era una clase de "deja vu"; lo había vivido antes, en el momento que despertó por primera vez. Moviendo su cabeza alejó esos pensamientos que tenía en mente y continuó su camino.
Sus pasos eran lentos y temblorosos, temía perder el equilibrio y caer al suelo; después de todo aún tenía los efectos de la droga en su cuerpo. Conforme avanzaba, pudo sentir otra presencia en el cuarto con ella.
Volteando su mirada, el horror comenzó a fundirse en sus venas, cuando vio una figura sin rostro entre las sombras de una esquina de su habitación, porque aunque no podía ver sus ojos, la sonrisa macabra era clara, y cuando levantó un afilado cuchillo frente a ella, entró en pánico.
Corrió, o al menos lo intentó con su adoloridas piernas, pero los pasos no le daban alcance, podía sentir la respiración agitada y deseosa de sangre detrás de ella, a pocos centímetros, estaba aterrorizada y cayó al piso, lastimándose la rodilla en el proceso.
Lo último que vio fue la luz destellante del arma afiliada en las manos del extraño, y entonces...
Nada, porque se hizo la luz en la habitación, y una enfermera, se acercó a ella acomodando su cabello, mientras Alice aún continuaba aturdida y no tenía la menor idea de lo que realmente estaba pasando en ese lugar.
—¿Se encuentra bien señorita? —preguntó amablemente la enfermera, retirando un mechón oscuro del rostro de la adolescente, pero Alice, no respondió, no quería responder, eran demasiadas cosas y ninguna era real.
Al menos así lo pensaba.
La enfermera se quedó con ella durante unas horas, tratando de que concilie el sueño, cuando finalmente la dejó dormida, se levantó de su lugar y salió de la habitación. Podía comprender el nerviosismo de la niña, porque desde hace meses la ciudad entera se veía azotada por una sombra oscura, y los asesinatos de mujeres no paraban de suceder.
Cerrando la puerta con cuidado, se encaminó a su lugar de siempre, un pequeño stand de recepción de enfermería cruzando al otro lado de un gran pasillo blanco, tenía que pasar alrededor de 5 puertas y habitaciones para llegar a ese lugar; tardó algunos segundos y cuando finalmente se estaba acomodando en su silla, sucedió algo imprevisto, una de las luces del pasillo a su izquierda, el mismo que llegaba a la habitación de Alice, empezó a tintinear, la enfermera no le dio importancia hasta que la luz finalmente se apagó.
Estaba tan oscuro, que empezó a preocuparse por los pacientes que se encontraban en esa zona, especialmente la jovencita Liddel que era la que solía gritar en la oscuridad; así que informando al guardia de seguridad mediante los parlantes de lo que acababa de suceder, se dirigió hacia las habitaciones en oscuras con una pequeña linterna, que sacó de entre sus bolsillos. La tenía para casos como aquellos.
En un principio no escuchó nada, sin embargo vio como una de las puertas de la habitación en frente de la de Alice se encontraba semi abierta, entrecerrando la ceja, decidió abrir la puerta.
Lo último que vio fue un brillo cegador.
"—¡Alice, tienes que despertar!.
—¿Qué?.
—¡Viene por tí!"
Cuando Alice abrió los ojos, no sabía si estaba soñando, cada día que pasaba se le dificultaba más comprender la realidad y sus sueños. Con cierta pereza y algo de nerviosismos se fijo que los pasillos estaban completamente oscuros con excepción de luces titilantes en una esquina y otra.
Recordando la voz de su sueño, se levantó de su lugar y se dirigió hacía la puerta, esta vez tenía toda la energía que antes no tenía, especialmente porque el efecto de la droga para dormir finalmente había pasado. Con lentitud abrió su puerta y miró en los oscuros pasillos. No había nadie, ni siquiera la enfermera que usualmente estaba en su lugar. Ignorando su primera necesidad de esconderse, Alice se aventuró hacia el lugar que más parecía iluminando, cerrando la puerta tras de si.
Tardo unos segundos en llegar al sitio de guardia de la enfermera, pero descubrió que no había nadie, así que supuso estaría en guardia, en ese momento, la poca luz tintineante se apagó y una voz en su cabeza le ordenó correr.
Entonces lo vio, en la distancia al final del pasillo cerca de su habitación, un hombre vestido de rojo, que llevaba un extraño sombrero enorme y poseía una sonrisa macabra. La luz volvió unos segundos y Alice ahogó un grito desesperante al ver la cabeza cercenada de la enfermera que momentos antes había estado con ella, en la mano derecha del extraño.
"¡Corre!" le gritó una voz en su cabeza, y la obedeció, porque el hombre iba tras de ella, la quería a ella, y no había duda de eso. Corrió hacia los pasillos más iluminados que terroríficamente comenzaron a apagarse, entonces tomo las escaleras de emergencia e intentó huir.
Escuchaba los pasos, y la risa macabra detrás de ella, era la presa y el cazador la perseguía. Desesperada como se encontraba, se ubicó detrás de una salida de emergencia y se calló, esperando que el hombre no se diera cuenta de su escondite.
Estaba muy cerca, demasiado y su respiración era latente detrás de la puerta en la que estaba oculta. Pasaron unos segundos, tan largos que su corazón palpitaba a mil por hora, y entonces se alejó o al menos eso creyó pues una figura la jaló a la sombras y le tapo la boca.
—No grites, si lo haces, nos matará a los dos —era la voz de un muchacho, era gentil y algo familiar, pero aún en su desesperación, solo vio un par de ojos verdosos brillantes como los de un gato, antes de golpear a la sombra en donde creía se encontraban la ingle y salir corriendo hacía la puerta.
Cuando finalmente salió del hospital, corrió tanto como era posible, evitando incluso respirar, el pueblo no era tan grande y finalmente pudo llegar a su casa, entrando por la puerta trasera. Totalmente aterrorizada, gritó a su tía.
— ¡Tía Anne, alguien en el hospital desea....! —sin embargo no terminó su oración, la respiración se ahogó en sus pulmones, pues delante de ella estaba el cuerpo inerte de su tía, mientras su cabeza yacía en el suelo y la sangre manchaba la mesa.
Un hombre sonriente con un largo sombrero, tomó una taza de té de una esquina y le sonrió, Alice estaba tan paralizada que no podía moverse. El hombre tomó la sangre de su familiar en la taza de té, y sonriendo la levanto a la muchacha en señal de brindis.
—Bienvenida a la fiesta de té, Alice —y comenzó a reír en carcajadas crueles.
~Fin Capítulo III: El Sombrerero.
⇢ Continúa {Capítulo IV}
♚♚♚
Notas de autor: lamento mi demora en éste capítulo, me tomó más tiempo del que esperaba por una serie de contratiempos personales, además de un bloqueo creativo, espero les agrade está nueva entrega, trataré de escribir más pronto el siguiente cápitulo, además la historia está comenzando a tomar forma :D. ¡muchas gracias por leer y sus comentarios!. ¡No olviden comentar el nuevo capítulo!
"—No recuerdo con exactitud cuál es mi nombre.
—Te llamas Alice, como la niña del cuento.
—Solo que esa Alice, no soy yo"
IV. El Gato Sonriente.-
Despertó a media noche sudando, las sábanas se le pegaban a la piel, y el olor a humedad pronto lleno sus sentidos aturdidos. Horas antes la habían drogado, con la esperanza de que finalmente pudiera dormir un poco, sin embargo al parecer la droga no había tenido el efecto que los médicos esperaban, porque estaba despierta, otra vez.
Con lentitud Alice, movió su cabeza hacia la ventana de la habitación, las cortinas de se encontraban quietas y podía ver que estaba echada cerrojo, aún así, continuaba sintiendo la horrible sensación de que alguien la observaba con atención, como si fuera un cazador, un animal acechando a su indefensa víctima.
Ante el desbordante silencio que daba la habitación, la jovencita tomó la decisión de levantar su mano temblorosa, sin dejar de observar las sombras con sus penetrantes ojos verdes, ciertamente no quería llamar mucho la atención pero tampoco quería quedarse a oscuras.
No lo admitía, pero desde el accidente, le temía a la oscuridad.
También a las ventanas abiertas, pero eso era otra historia. Con cuidado, buscó en el aparador cerca a su cama, si había alguna lamparilla, para encontrarla completamente vacía. Inquieta por el silencio, Alice movió con más agilidad su cuerpo, buscando y tanteando en toda la superficie de la madera, si había alguna lámpara, fue entonces que en su desesperación.
Escuchó una risa macabra.
Se detuvo. Tratando de reconciliarse con el silencio, porque estaba segura de que la sonrisa no era producto de su imaginación. Sin embargo nada sucedió durante los próximos segundos y de alguna forma eso tranquilizó a la muchacha.
Más calmada, decidió que iba a levantarse, y prender la luz en su habitación. Estaba segura que del todo no sería la primera ni la única vez que tuviera que hacerlo, pero prefería una intensa luz que llamará la atención de las enfermeras, a quedarse en aquel lugar en la oscuridad y en silencio.
Lentamente se levantó de la cama, moviendo a un lado las sábanas que la cubrían, aquella escena, era una clase de "deja vu"; lo había vivido antes, en el momento que despertó por primera vez. Moviendo su cabeza alejó esos pensamientos que tenía en mente y continuó su camino.
Sus pasos eran lentos y temblorosos, temía perder el equilibrio y caer al suelo; después de todo aún tenía los efectos de la droga en su cuerpo. Conforme avanzaba, pudo sentir otra presencia en el cuarto con ella.
Volteando su mirada, el horror comenzó a fundirse en sus venas, cuando vio una figura sin rostro entre las sombras de una esquina de su habitación, porque aunque no podía ver sus ojos, la sonrisa macabra era clara, y cuando levantó un afilado cuchillo frente a ella, entró en pánico.
Corrió, o al menos lo intentó con su adoloridas piernas, pero los pasos no le daban alcance, podía sentir la respiración agitada y deseosa de sangre detrás de ella, a pocos centímetros, estaba aterrorizada y cayó al piso, lastimándose la rodilla en el proceso.
Lo último que vio fue la luz destellante del arma afiliada en las manos del extraño, y entonces...
Nada, porque se hizo la luz en la habitación, y una enfermera, se acercó a ella acomodando su cabello, mientras Alice aún continuaba aturdida y no tenía la menor idea de lo que realmente estaba pasando en ese lugar.
—¿Se encuentra bien señorita? —preguntó amablemente la enfermera, retirando un mechón oscuro del rostro de la adolescente, pero Alice, no respondió, no quería responder, eran demasiadas cosas y ninguna era real.
Al menos así lo pensaba.
La enfermera se quedó con ella durante unas horas, tratando de que concilie el sueño, cuando finalmente la dejó dormida, se levantó de su lugar y salió de la habitación. Podía comprender el nerviosismo de la niña, porque desde hace meses la ciudad entera se veía azotada por una sombra oscura, y los asesinatos de mujeres no paraban de suceder.
Cerrando la puerta con cuidado, se encaminó a su lugar de siempre, un pequeño stand de recepción de enfermería cruzando al otro lado de un gran pasillo blanco, tenía que pasar alrededor de 5 puertas y habitaciones para llegar a ese lugar; tardó algunos segundos y cuando finalmente se estaba acomodando en su silla, sucedió algo imprevisto, una de las luces del pasillo a su izquierda, el mismo que llegaba a la habitación de Alice, empezó a tintinear, la enfermera no le dio importancia hasta que la luz finalmente se apagó.
Estaba tan oscuro, que empezó a preocuparse por los pacientes que se encontraban en esa zona, especialmente la jovencita Liddel que era la que solía gritar en la oscuridad; así que informando al guardia de seguridad mediante los parlantes de lo que acababa de suceder, se dirigió hacia las habitaciones en oscuras con una pequeña linterna, que sacó de entre sus bolsillos. La tenía para casos como aquellos.
En un principio no escuchó nada, sin embargo vio como una de las puertas de la habitación en frente de la de Alice se encontraba semi abierta, entrecerrando la ceja, decidió abrir la puerta.
Lo último que vio fue un brillo destellante.
"—¡ALICE TIENES QUE DESPERTAR, ESTA AQUÍ!.
—¿Qué?.
—¡VIENE POR TÍ!"
Cuando Alice abrió los ojos, no sabía si estaba soñando, cada día que pasaba se le dificultaba más comprender la realidad y sus sueños. Con cierta pereza y algo de nerviosismos se fijo que los pasillos estaban completamente oscuros con excepción de luces titilantes en una esquina y otra.
Recordando la voz de su sueño, se levantó de su lugar y se dirigió hacía la puerta, esta vez tenía toda la energía que antes no tenía, especialmente porque el efecto de la droga para dormir finalmente había pasado. Con lentitud abrió su puerta y miró en los oscuros pasillos. No había nadie, ni siquiera la enfermera que usualmente estaba en su lugar. Ignorando su primera necesidad de esconderse, Alice se aventuró hacia el lugar que más parecía iluminando, cerrando la puerta tras de si.
Tardo unos segundos en llegar al sitio de guardia de la enfermera, pero descubrió que no había nadie, así que supuso estaría en guardia, en ese momento, la poca luz tintineante se apagó y una voz en su cabeza le ordenó correr.
Entonces lo vio, en la distancia al final del pasillo cerca de su habitación, un hombre vestido de rojo, que llevaba un extraño sombrero enorme y poseía una sonrisa macabra. La luz volvió unos segundos y Alice ahogó un grito desesperante al ver la cabeza cercenada de la enfermera que momentos antes había estado con ella, en la mano derecha del extraño.
"¡Corre!" le gritó una voz en su cabeza, y la obedeció, porque el hombre iba tras de ella, la quería a ella, y no había duda de eso. Corrió hacia los pasillos más iluminados que terroríficamente comenzaron a apagarse, entonces tomo las escaleras de emergencia e intentó huir.
Escuchaba los pasos, y la risa macabra detrás de ella, era la presa y el cazador la perseguía. Desesperada como se encontraba, se ubicó detrás de una salida de emergencia y se calló, esperando que el hombre no se diera cuenta de su escondite.
Estaba muy cerca, demasiado y su respiración era latente detrás de la puerta en la que estaba oculta. Pasaron unos segundos, tan largos que su corazón palpitaba a mil por hora, y entonces se alejó o al menos eso creyó pues una figura la jaló a la sombras y le tapo la boca.
—No grites, si lo haces, nos matará a los dos —era la voz de un muchacho, era gentil y algo familiar, pero aún en su desesperación, solo vio un par de ojos verdosos brillantes como los de un gato, antes de golpear a la sombra en donde creía se encontraban la ingle y salir corriendo hacía la puerta.
Cuando finalmente salió del hospital, corrió tanto como era posible, evitando incluso respirar, el pueblo no era tan grande y finalmente pudo llegar a su casa, entrando por la puerta trasera. Totalmente aterrorizada, gritó a su tía.
— ¡TÍA HAY ALGUIEN EN EL HOSPITAL QUE QUI....! —sin embargo no terminó su oración, la respiración se ahogó en sus pulmones, pues delante de ella estaba el cuerpo inerte de su tía, mientras su cabeza yacía en el suelo y la sangre manchaba la mesa.
Un hombre sonriente con un largo sombrero, tomó una taza de té de una esquina y le sonrió, Alice estaba tan paralizada que no podía moverse. El hombre tomó la sangre de su familiar en la taza de té, y sonriendo la levanto a la muchacha en señal de brindis.
—Bienvenida a la fiesta de té, Alice —y comenzó a reír en carcajadas crueles.
~Fin Capítulo IV: El Gato Sonriente.
_____________________________________________
Notas de autor: lamento mi demora en éste capítulo, me tomó más tiempo del que esperaba por una serie de contratiempos personales, además de un bloqueo creativo, espero les agrade está nueva entrega, trataré de escribir más pronto el siguiente cápitulo, además la historia está comenzando a tomar forma :D. ¡muchas gracias por leer y sus comentarios!.
¡No olviden comentar el nuevo capítulo!
¡No olviden comentar el nuevo capítulo!
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